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miércoles, 26 de enero de 2022

HABRÉ SALIDO DEL OMICROM?

La verdad es que la llegada del Omicrom a nuestro cuerpo representa un desnivel, salimos de la gripe pero nuestro cuerpo no reacciona a como nos tiene acostumbrado.

Un día llegué de la escuela y encontré que la casa era un hospital, como  no preví que podía contaminarme, seguí mi rutina normal, ya en la tarde, pues me sentí mal, me acosté y listo, no pude levantarme más, mi cabeza daba vueltas ante el más mínimo esfuerzo, fiebre 38, flema, cansancio, inapetencia, flojera mucha flojera; esta es la segunda semana de inapetencia.   Tuvo que venir Graciela de Caracas con un cargamento, entre éste de monte, limón, jengibre, y hacernos unos tesitos bien sabrosos para ir pasando el virus. Nuestra humanidad ha sido atacada, hemos sido atacados, se nos acabó la rapidez, la angustia por hacer las cosas, ahora vamos con lentitud, calma, por el cansancio que se nos quedó, por lo menos así está mi cuerpo, quizás por la edad he sido atacada más duramente. 

Dejé una semana sin ir a la escuela, aunque me reincorporé este lunes pasado ya que estamos en la Semana de la Escuela y se han realizado algunas actividades que luego expondré.  

lunes, 10 de junio de 2019

MAMÁ...MAMÁ...MAMÁ.

                       
Mi mamá estaba hospitalizada en el Clínico Universitario de Caracas, tenía el hígado destrozado, creo que por amibas y eso se la llevó. 
Me tocó esa noche que me quedé, dormir en un mueble que estaba a los pies de su cama. Me acomodé, me arropé porque estaba haciendo mucho frío, y me dispuse a echar un sueñito, porque ella ya estaba arreglada para dormir, le estaban poniendo suero, el que tenía en ese instante era nuevo y todo estaba en orden para que yo pudiera descansar un rato.
Estaba muy cansada, en la mañana atendí la escuela y en la tarde me trasladé con mi volskwagen hacia Caracas, no sin dejar a buen resguardo a mi hija de cinco años que no podía estar conmigo en el hospital. Recibía ayuda de mi familia en Caracas que me servía para paliar de lo que carecía en el otro lado del mundo: Ocumare
Cuando llegué a la habitación, le pregunté cómo se sentía, me contestó que quería irse del hospital, bueno eso lo hablamos mañana cuando hablemos con el médico. Me dispuse a descansar un rato del vaivén de todo el día y me fuí a un mueble dispuesto para tal fin.
Era media noche y escucho a lo lejos a alguien gritando de dolor, se quejaba mucho, gritaba y gritaba sin parar, medio me despierto, me tapaba los oídos con mis manos, porque aquellos gritos horrorosos me producían escalofríos y me incomodó ese  sufrimiento que parecía que a nadie importunaba; traté de igual forma apaciguar mis nervios y tratar de dormir un rato, empiezo a cabecear hasta que me quedo escuchando y oigo cerquita de mi oído una dulce voz que me repite dos o tres veces: - "Ya no hay remedio", "Ya no hay remedio".
Con la misma pego un salto, me volteo a mirar a mi mamá pero la veo dormida, le sigo mirando la cara a ver si hay alguna señal de que está despierta y que haya sido ella quien dijo eso, pero no, sigue dormida, además estaba muy lejos para decirme algo en el oído. Me levanto del asiento a revisar la puerta, cerrada, las ventanas, cerradas, todo en orden, nadie ha entrado y salido para decirme ésto. Me voy otra vez al asiento, me vuelvo a acomodar y espero la mañana, pues ya estaba completamente despejada entre miles de preguntas, dudas y martilleos de mi cerebro.
Llega el médico de guardia a la mañana siguiente y me pregunta: "¿Qué piensas hacer?, si dejarla hospitalizada o trasladarla a la casa, le contesté: -Yo me la llevo, y así lo hice.
Después de esto, mi mamá permaneció con nosotros (mi hermano, mi hija y yo) un mes, y un fatídico once su alma se desprendió entre mis brazos, dejándome sólo un cuerpo exánime, mientras yo repetía inconscientemente  mamá..mamá..mamá.  
Nos volvimos a encontrar, cuando la visité en su palacio, y me encontré con una mujer radiante de belleza, juventud y salud.