miércoles, 16 de marzo de 2022

CARNAVAL2022


 Estas son algunas fotos recopiladas del carnaval de la escuela, aquí en Ocumare  y Caracas:

En el centro de Ocumare, en un desfile

Con la pancarta del circuito 2

En representación del ambiente

Carta de presentación del preescolar

Comparsa

La carroza del carnaval
Comparsa

Carroza

Carroza

Docentes en la exposición de trabajos

Las compañeras encargadas de la exposición

Maestras y alumnas

Una niña muy especial

En sus aulas

Tumbando un piñata, yo estoy de verde

La maestra vestida de payasita, para alegrar a sus alumnos, 
ese día estuve allí compartiendo con los niños, invitada por las docentes del grado

Refrigerio

Refrigerio

Refrigerio

Refrigerio

Refrigerio

El carnaval  fue disfrutado en las escuelas desde el mismo momento en que los docentes participaron en la elaboración de la ambientación, en la participación de un concurso de creatividad, cubrir las puertas con adornos alusivos, preparación de sombreros, delantales, pancarta, desfiles en la escuela y fuera de ella, preparación de la merienda con la participación de los representantes. Escogencia de los mejores trabajos de los niños para una exposición como cierre de lapso.


lunes, 14 de marzo de 2022

EL CABALLO DE TROYA

 


Había una vez un rey llamado Príamo, que era el rey de Troya, una ciudad grande y amurallada y tenía dos hijos varones, que tenían por nombre Paris y Héctor, el primero era famoso por su belleza y el segundo por su valor.

Un día, el príncipe Paris fue a la ciudad de Esparta y conoció allí a la mujer más bella de toda Grecia, cuyo nombre era Helena y su esposo era el rey Menelao, al verla, él se quedó encantado y decidió llevársela consigo a Troya; cuando el rey Menelao se enteró del rapto de su esposa, lleno de furia  convocó a todos los reyes de Grecia, para declarar la guerra, para ello reunieron a mas de mil naves y muchísimos soldados para zarpar hacia Troya, desembarcando frente a sus murallas para rodear la ciudad.

Durante el día atacaban y por la noche descansaban para recuperar fuerzas; había entre ellos un griego muy valiente llamado Aquiles y el más valiente de los troyanos era Héctor, hermano de Paris. En lucha pareja estaban pasando los años y ya iban nueve y no había ningún ganador, e inclusive los soldados griegos cansados de luchar estaban pensando, en regresar a sus hogares.

Ulises, uno de los reyes griegos, no quería retirarse sin ganar y tuvo una idea, que consistía en construir un enorme caballo de madera, que tenía una escotilla escondida en el flanco derecho e izquierdo, tenía grabada la frase:"Con la esperanza de un retorno seguro a sus casas, después de una ausencia de nueve años, los griegos dedican esta ofrenda a Atenea"

Dentro de ese caballo escondieron muchos soldados, todos los demás se subieron a sus barcos y simularon que volvían a Grecia, pero en realidad sólo fueron hasta una isla cercana.

Al ver esto, los troyanos, grandes creyentes de los dioses, cayeron en el engaño, aceptando el caballo para ofrendarlo a los dioses, ignorando que era un ardid de Odiseo, el capitán de los griegos, para traspasar sus murallas, por lo que salieron de la ciudad a festejar y llegaron hasta la playa, mientras los demás se preguntaban el significado de ese enorme caballo de madera.

Sinón, un espía griego, convenció a los troyanos para que metieran el caballo, explicándoles que era un regalo de Poseidón para la diosa Atenea, que era la diosa de la guerra. Por la noche los troyanos decidieron llevar el caballo a la ciudad, y como era sumamente grande tuvieron que romper parte de la muralla, para ponerlo en la plaza central.

Hicieron una gran fiesta, tomaron mucho vino, comieron y bailaron hasta agotarse, sin imaginar lo que iba a suceder, pues cuando la fiesta estaba por llegar a su final, Sinón, dejó salir del caballo los soldados griegos armados, y abrieron el resto de las puertas al ejército que había vuelto en sus barcos e ingresaban también por la muralla rota, siendo así que los troyanos no pudieron defenderse y los griegos incendiaron la ciudad.

Como moraleja, debemos tener cuidado con los Caballos de Troya que andan por ahí, ya sea como amistad, como grupo, como equipo, siendo lo más importante no confiar tus cosas delicadas a todo el mundo. Las cosas vitales deben estar resguardadas para que no se rieguen o se pierdan.

Relato tomado del libro El Cardenalito para niños de primaria.

viernes, 11 de marzo de 2022

EL COCUYO Y LAS ESTRELLAS

 

La Fundación del Niño, publicación No. 29. 06 de diciembre de 1992, con el nombre de El Cocuyo y las Estrellas de Renato Agagliate M., ilustrado por Aura Márquez

Había una vez un cocuyo chiquito pero ambicioso.

De noche se quedaba mirando las estrellas y decía: -Aquellas son hermanas mías

¡Que suerte la de ellas brillar en el firmamento azul!

¡Que lindas lucen!

Todo el mundo las admira. Yo, en cambio, ¡Qué infelíz soy! Mi lucecita se pierde en la inmensa oscuridad de la sabana.

Una noche, el cocuyo sintió tanta envidia de las estrellas, que decidió dejar la tierra y subir, subir hasta alcanzarlas. Antes, sin embargo, quiso consultar a una ardillita vieja y sabia, para saber qué camino seguir.

La ardillita escuchó el deseo del cocuyo, pensó un rato y, al fin, contestó: -Amigo cocuyo; yo no conozco camino alguno que lleve al cielo. De todos modos, prueba a montarte en aquel jabillo grande: Su rama más alta debe estar muy cerca del cielo.

-Gracias- dijo el cocuyo a la ardillita y echó a volar en dirección al jabillo. Subió por el tronco y llegó hasta la rama más alta. Mas arriba no podía encaramarse nadie. Pero...¡Qué desengaño!. 

Desde tanta altura las estrellas se veían aún muy altas, ¡Demasiado arriba! Entonces, el cocuyo rompió a llorar, a llorar desconsoladamente. 

Su llanto no hubiera terminado, si un chi chiiip, que venía de una rama más abajo, no le hubiera llamado la atención.

Era un pichoncito de azulejo que le decía a su mamá: -Mamita, una estrella se ha posado en la rama arriba de nuestro nido.

Al oir esto, el cocuyo se estremeció de contento y dijo para sí:

-Ahora también, yo soy una estrella....


Desde entonces, el cocuyo dejó de envidiar a las luces del cielo. 

Todas las noches, iba a prender su farolito sobre el nido de los azulejos.

Y así se sintió felíz por toda la vida.





martes, 8 de marzo de 2022

YARIMAI Y LOS COCUYOS

 La autora de este cuento es la escritora Mercedes Franco, y dice así:


La mayor diversión de Yarimai, niño pemón, consistía en atrapar los cocuyos que danzaban entre los árboles en las noches de Guayana.

Los perseguía hasta los límites del poblado y cuando lograba reunir muchos de ellos, los introducía en una taparita que él mismo había arrancado de un árbol y vaciado. También le había hecho unos agujeritos muy pequeños, por donde no podían escapar los insectos.

Colgada en un rincón de la choza y llena de cocuyos, la taparita vertía una luz como de luna. Yarimai gozaba con este espectáculo, pero los pobres cocuyos sufrían prisioneros rebotando contra las paredes de la tapara, sin poder gozar del frescor de la noche.

Al amanecer, Yarimai las liberaba diciendo: ¡Fuera todos! ¡Ya ustedes no brillan! ¡Fuera!

Entonces los cocuyitos, tristes y maltratados salían huyendo desesperados a referir a los otros la historia. Una noche la tribu entera estaba de fiesta. Sólo Yarimai no danzaba, estaba tan ocupado en perseguir a los cocuyos que no se dio cuenta de que estos tomaban dirección a la selva. 

Pasado un rato largo sintió sueño y como la taparita estaba llena, quiso regresar. Entonces comprendió que se encontraba muy lejos de su aldea, en medio de la selva y no sabía volver.

¿Qué voy a hacer ahora? -gemía- ¡Podría venir ahora un tigre, a devorarme!. ¡Quizás me muerda una culebra! En ese momento oyó una vocecita que susurraba: ¡Yarimai! ¡Yarimai! Vio un cocuyo grande, que iluminaba una gran hoja. Cocuyito amigo, suplicó, alúmbrame el camino. ¡Ajá! contestó el cocuyo ¿Conque tienes miedo?, pues nosotros también sentimos miedo cuando tú nos acosas y sabemos que en cualquier momento nos atraparás.

El niño se sintió avergonzado y sus ojos se llenaron de lágrimas. Quitó el tapón a la taparita y todos los cocuyos prisioneros escaparon contentísimos.

Yarimai ocultó la cara entre sus manos y cuando las quitó vio cuando los cocuyos formaban una gran faja luminosa. La siguió y así llegó hasta la puerta de su choza.

Sus padres se extrañaron al verlo llegar rodeado de aquella nube parpadeante. Pero más se extrañaron todos los habitantes de la aldea, cuando se dieron cuenta de que Yarimai había abandonado su diversión favorita.