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jueves, 12 de mayo de 2022

EL SACAPUNTAS

 

Tengo una alumnita de cinco años, a quien estoy enseñando a leer, por cierto muy traviesa y dicharachera, le gusta mucho conversar, y tengo que estar constantemente llamándola a su actividad, la cual lleva muy adelantada, ya que es muy inteligente y despierta para todo; bueno como iba diciendo, ese día tomé un lápiz y un sacapunta para darle una punta más fina al lapicito, pero el depósito estaba lleno, y momentos antes estaba haciendo lo posible por limpiarlo, desistí y lo dejé lleno.

Pero en este momento, necesitaba el espacio, porque estaba muy lleno y empecé a tratar de sacar los sacapuntas con las uñas y no podía...no podía; le dije a la niña de cinco años: - mi amor tú sabes cómo se le saca la basura a este depósito?, y ella me contesta: claro maestra así, -¡¡¡¡¡¡ Ay, si es verdad¡¡¡¡

Me quedé asombrada, de cómo se me pudo olvidar una cosa tan simple.

Ahora me hago esta recomendación: Debo mantener mi mente ágil, leer todos los días, no olvidarme de la computadora, jugar a diario, escribir constantemente, crear, dibujar, hacer manualidades, sintetizar historias, cuentos, tomar y comer alimentos cuyo destino principalmente sea el cerebro, oxigenarme, alejarme de ambientes contaminados, si no, corro el peligro de que mi mente se vaya a otros parajes superiores y deje un cuerpo vegetal que no piense, paseando por esta tierra, solamente; y es muy triste, tristísimo cuando alguien no puede recordar, o no quiere hacerlo, prefiere olvidar toda su vida, pasado, presente y futuro para vivir sin conocer, para olvidar el dolor o las alegrías, los sueños de los hijos o nietos, sus logros, o acompañar las lágrimas o  amarguras de los seres que un día fueron amados.....


 Amar es acompañar


martes, 15 de febrero de 2022

SOLIDARIDAD

 


Había una vez una hermosa ciudad, llena de torditos, que son esos pájaros de plumaje negro y brillante que suelen aparecer por las ciudades y darnos picotazos en nuestras cabezas, más palomitas, turpiales, tucusitos, también armonizaban el paisaje las acacias, sakura y mangos, lechozas y guayabas; bueno, lo cierto del caso es que en esos bellos parajes, de calles limpiecitas y casas recién pintadas, una niña de hermosos ojos color ágata de fuego, se despierta bien temprano para dirigirse a la escuela, que le queda en el frente de su hogar; después de su aseo personal se viste y se dirige al comedor a esperar una suculenta arepa que le prepara su papá en un sartén eléctrico, y la cual ella ávidamente, come.


Ese día las redes eléctricas caen por una lluvia con muchos truenos que había sorprendido a la comunidad, dejando a obscuras todas las dependencias del hogar y por supuesto no había forma de prepararle el desayuno a la niña de ojos color de ágata de fuego, pero aún así, la llevó a su escuela.

Cuando la niña llegó a su aula, se sentó con la mirada triste al contemplar a sus demás compañeritos que degustaban deliciosamente sus desayunos, sin percatarse que su maestra se dirigía hasta ella con una linda y transparente lonchera que tenía algo dentro y la invitaba a abrirla;

la triste niña la tomó en sus manos de seda y con mucha alegría, la abrió y pudo oler y ver y percibir una rica arepa exquisitamente rellena, sorprendida gratamente se levantó de su asiento y abrazando fuertemente a su maestra, tapándole la cara con sus rizos, le dijo con voz entrecortada por la emoción: ¡Gracias maestra por tu solidaridad! Y así la niña de ojos color ágata de fuego, entendió el valor de la solidaridad para con los que tienen alguna carencia.


viernes, 12 de febrero de 2021

ESTOY TRISTE, POEMA


Estoy triste

No sé por qué... estoy triste

Será que el color  

tan grisáceo de las nubes 

aduerme mi alma

haciéndola llover...

No lo creo...pero estoy triste

Y no sé

por qué estoy triste.


Será que el espejo

devuelve a mis ojos

el brillo empañado

de los años

haciéndome inquietar...

No lo creo...pero estoy triste

Y no sé

por qué estoy triste.


Será, que esta piel
susurra a mis oídos
del hambre núbil
que siempre me acompaña
ansiando tomar 
de nuevo sus entrañas
para convertirme en feto,
en luz, en un secreto

No lo creo...pero estoy triste

Y no sé

por qué estoy triste.


Será que la tersura rugosa
de mis manos temblorosas
horadan el tiempo 
en yermas y
enigmáticas caricias
haciéndome vibrar

No lo creo...pero estoy triste

Y no sé

por qué estoy triste.


Será por mis piernas

vehementes otrora de pasión
laxas hoy
de carnes y firmeza
que me obligan a inclinarme
en mi entereza

No lo creo...pero estoy triste

Y no sé

por qué estoy triste.

Será por mi cuerpo
que deshilvana lentamente
sus magros ropajes carmesí
al destilar su preciada juventud

No lo creo...pero estoy triste

Y no sé

por qué estoy triste.

Será porque
del azabache de mis trenzas
sólo quedan hoy
unas ralas y plateadas hebras
para ser cubiertas
con tapiz falaz

No lo creo...pero estoy triste

Y no sé

por qué estoy triste.


Será por mi pecho
magno, altivo, fascinante
impregnado ayer
de ninfas voluptuosas
que lo arrastran hoy
por su holgura a la pudicia

No lo creo...pero estoy triste

Y no sé

por qué estoy triste.

Será mi corazón
con tantos parches
de amigos y aventuras.
Los padres, que te cobran sus torpezas
Los hijos, pues te amargan sus dolores
La vida, el trabajo, la traición
El hambre, la sed, la decadencia
El escarnio, la estafa, el sucumbir
Cohibirse, asfixiar los dolores en los dedos
Y mi amor, que  está aquí
en mi corazón
mirándome
embelesado como un faro
para esfumar con su luz mi lobreguez