martes, 9 de marzo de 2021

¡AY! ¡MI TORTA!...


Los niños estaban pequeños, uno a año y medio, aún usaban pañal, pero la tremendura subía con el calor del termómetro, todo era risas y jolgorio, nos reíamos y divertíamos con cada ocurrencia que se suscitaba en esas mentes en crecimiento.

No habían botado los chupones y cuando escuchaban música en la radio, ya empezaban a dar pasos de baile, sobre todo Gabo que venía entrenado de su casa en Caracas, me imagino que por el  padre y estaba enseñando a Gabi. 

Pero llegó mi cumpleaños y me fue comprada una exquisita torta de chocolate, como de dos kilos, que repartimos entre nosotros y más de la mitad había quedado en la nevera para ir degustando sus sabores poco a poco.

Me recosté un rato y no había ruidos proveniente de niños alborotando, Andrea estaba en su computadora, volteo a la derecha y veo a dos criaturas con la nevera abierta, comiendo torta con las manos,

agarraban los pedazos con sus manitas, todo lo que podían y se lo llevaban a la boca, a cada bocado suspiraban y se saboreaban, con la lengua mocha tenían este diálogo y se empujaban para que a cada quien le tocara un pedazo de torta: _¡Ve tú!, 

_¡Ya!, ¡ahora me toca a mí!, 

-¡Anda, come!, 

_¡Yo voy ahora!. Así que, me devolví a mi cuarto, tomé mi celular, me coloqué a su lado, no me percibieron. Esto era lo más cómico del asunto, que yo estaba al lado de ellos fotografiándolos, cambiaba de lugar a cada rato, y los niños sólo entusiasmados con la torta, y hablando del turno de cada uno y a mi no me veían, en vista de que no se detenía su comilona, pegué un grito, que más que grito fue una carcajada: 

¡AJÁ! ¡LOS CACÉ!. 

En menos de lo que canta un gallo han salido corriendo para cualquier parte hasta que se encontraron los dos en la puerta  de salida al patio interno y les tomé la penúltima foto, porque después de ahí se fueron a sus habitaciones y se quedaron profundamente dormidos haciendo digestión de la torta que se desapareció por completo.


Fotos para el recuerdo.


lunes, 8 de marzo de 2021

QUE TRISTEZA SIENTO HOY

Monseñor Manuel Antonio Pacheco 
Rector de Santa Capilla de Caracas, hasta 1967
 Hoy siento tristeza por esas mujeres: La historia pudo haber empezado asi: Una familia de Isnotú, cuyo hijo quiso ser sacerdote, y todo el mundo se entusiasmó y celebró porque para las familias de esa época no había nada, absolutamente nada que agradara, que enorgulleciera más que un familiar con una orden sacerdotal y encargado de una iglesia, nada más y nada menos que la iglesia de San Mauricio, que luego la conoceríamos como Santa Capilla, en todo el centro de Caracas a una cuadra de la Catedral (Quizás no fue así) Se mudaron dos hermanas y una sobrina: La señorita Ana Josefa, la otra olvidé el nombre, pero creo que era algo como Elvia o Evelia, creo que era la mamá de mi madrina, sufría de depresión y cuando eso sucedía la llevaban a una casa de reposo para que pasara allí unas semanas y nosotras la íbamos a visitar; y la señorita Frandina, que al final me llevó a confirmar porque mi mamá me dijo que se lo sugiriera y ella aceptó con una sonrisota, era la persona más especial de ese hogar. Yo conversaba mucho con la señorita Ana J., le recitaba versos, que componía, le cantaba canciones y ella se divertía en su soledad conmigo. Mi madrina era muy alta, distinguida, tenía una conversación muy inteligente con las personas que la visitaban, uno que recuerdo era un caballero David Senior, que  según se supo murió en un accidente automovilístico después de comprar y manejar un carro antiguo; recuerdo la nota luctuosa en el periódico y la sensación de pesar, quizás pensaba que eran novios y se le había muerto; yo veía a mi madrina como especial porque hablaba en inglés con algunas personas que la visitaban, tenía don de gente, andaba entaconada todo el día y sólo usaba vestidos y se veía muy preparada, era la que resolvía todos los menesteres de la casa parroquial, atendía a su tío el Monseñor y creo que era la que escribía y redactaba en la oficina; tenía nariz aguileña y el pelo corto, se cambiaba de ropa todos los días, porque mi abuela le lavaba todos los días. Bueno, cuando sucedió el terremoto de 1967, la Santa Capilla quedó muy deteriorada y tuvieron que mudarse para la avenida Panteón, cerca de una esquina, cuando fuí a visitarlas (1972-73), luego de graduada y trabajando, casada y con una bebé sólo pude hablar con la señorita Ana J., la casa era chiquitica a diferencia de la casa parroquial, me contaba mi abuela que un matrimonio portugués las atendía y era muy celoso con ellas, no las dejaba comunicarse, luego supe que se habían ido a Italia, me imagino para estar cerca del Papa y del Vaticano, y estas personas se habían quedado con la casita y sus bienes. Hoy la madurez me dice que sus vidas también se ordenaron a ese convento que era la iglesia, junto con Monseñor Manuel Antonio, se dedicaron a rezar nada más, no tenían salidas y cuando lo hacían era en un vehículo cuadradito pequeño, no sé si era volvo, que yo leía, que era usado para resolver problemas administrativos. Por supuesto que la mamá de mi madrina se sentía presa y le daba por deprimirse, es lógico, eran unas mujeres jóvenes, muy dignas, que guardaban la compostura constantemente, no se escuchaban histerismos, ni risas locas, ni gritos, todo era conversaciones sanas, respetuosas, y trascendentes, no había radio, canciones, ni cantaderas (la única que cantaba era yo) lo único era la televisión a la hora de almorzar y luego la apagaban, después se iban a descansar y nosotras las dos niñas nos sentábamos frente al televisor a ver películas mexicanas. Me da tristeza pensar en que se fueron a un país extraño, idioma diferente, solas, tres ancianas, porque ya Monseñor había fallecido, sin que nadie estuviera pendiente de ellas, y nosotras que éramos lo que tenían más cerca no nos ocupamos de ellas y las olvidamos sin pensamientos amorosos para esos seres que nos habían consentido tanto. Que tristeza siento hoy día por ellas. La inconsciencia es la que nos hace cometer errores. 

              Monseñor y su hermana Ana Josefa Pacheco


 Nadie es eterno en el mundo

domingo, 7 de marzo de 2021

MAS PELIGROSO QUE...


 A mi los monos me gusta verlos detrás de una pantalla, o de un vidrio, pero de cerca jamás. Recuerdo un episodio que nos pasó en Santa Capilla de Caracas; la verdad no sé qué edad tenía, si sería 16 o menos de esa edad; mi abuela trabajó en la casa parroquial de Santa Capilla desde 1919, cuando llegaron a Caracas procedentes de Palo Negro o Turmero en el estado Aragua hasta 1967 que el terremoto la mandó a su casa, nada más y nada menos que cuarentiocho años, si mal no recuerdo de lo que oía hablar. Ella ahí tenía una habitación en la parte superior, enfrente estaba el lavandero y la plancha, cerca de ella estaba Rosalía la cocinera, que todos decían guardaba su sueldo en las medias y por eso tenía las piernas bien gordas, ya que no tenía familiares y no contactaba con nadie, ni gastaba absolutamente en nada, mi abuela ganaba 40,00 bolívares mensuales.

En cambio Justina Barreto mi abuela si que tenía familia, una prima y yo nos la pasábamos constantemente con ella, allí las hermanas Pacheco nos hablaban en inglés, para amanecer, servirnos, atardecer, anochecer, despedirnos, entrar y muchos otros etcéteras; a mi me ponían a cantar, bailar, yo era el  mono que las divertía; nosotras servíamos  y recogíamos la mesa, hacíamos los floreros de los altares, mi abuela en la noche limpiaba donde se ponían las velas, también limpiábamos los candelabros; en una ocasión estábamos pasando una tarde muy tranquilas conversando, cuando observamos que en el edificio de enfrente, entre cables y antenas venía bajando un mono, me imagino que entusiasmado por la algarabía que hacíamos con nuestra conversación, venía con una hojilla en las manos, lo que nos aterrorizó grandemente; no sé quién le dió un huevo para que se lo comiera y se fuera, o para agradarlo, lo cierto fue que el huevo nos lo devolvió, vino a caer a nuestras paredes y salimos todas pegando gritos y nos encerramos en una habitación todas asustadas porque el mono se negaba a irse atacándonos con todo lo que podía agarrar.

Este asunto se resolvió cuando alguien llamó a los maravillosos bomberos que se aparecieron en este segundo piso convenciendo al mono de que se fuera con ellos, no sé con qué artilugios, logrando así que la paz volviera a reinar en la casa parroquial de Santa Capilla, sección lavandería. Desde ese día menos me gustan, les tengo miedo por lo silvestres. 



viernes, 5 de marzo de 2021

FILOSOFÍA AFRICANA

 


Ahora es tu nombre

 

lo que hay que 

 

conservar

 

porque se viene 

 

al mundo

 

para hacerse

 

con un nombre

 

si naces

 

creces y mueres

 

sin tener nombre

 

has venido

 

para nada

 

has partido

 

para nada

¡Las viejas palabras intercambiadas, olvídalas!

jueves, 4 de marzo de 2021

COMAN PAJARITOS...


 Mi nieto Gabriel se  está quedando aquí en mi casa para realizar las tareas de tercer año, su mamá le compró un reloj muy bonito para su espíritu de mocetón que ya va cumplir quince años, pero, la noche anterior, ocupado en oficios de la casa le cayó agua al reloj y sin conversarlo conmigo y participarme, sencillamente decidió introducirlo en medio kilo de arroz, porque, según así, se podìa subsanar el problema de la humedad. El reloj además de dar la hora, tenía cronómetro, alumbraba y quién sabe si tendría otras capacidades no descubiertas. 


Bueno, lo cierto del caso es que me levanté en la mañana, a recoger la cocina, como todos los días, lo último que recogí fue el envase con el arroz y me pregunté que por qué tenían un pote destapado de un alimento que podía ser contaminado por moscas, cucarachas y cualquier bicho de cuatro patas que caminara por ahí. 


Fuí al frente de la casa porque una señora tocó la puerta buscando que le vendiera casabe, y vi algunos torditos en la calle picando en el suelo, y recordé el arroz expuesto a contaminación en la cocina, por lo cual me decidí a buscarlo para colaborar con los animalitos y brindarles desayuno. 


Tomé el envase en mis manos, llegué hasta la reja y le lancé la comida a los pájaros, ya devolviéndome para la cocina escucho el ruido de una moto y otro ruido conexo ¡¡¡¡crash!!!, ¡¡¡pin!!! ¡¡¡pin!!! ¡¡pin!!, que no me hizo voltear a ver qué era.:              ¡¡¡Abueeelaaaaa............ mi reloj...

.


martes, 2 de marzo de 2021

RECORDANDO A EDUARDO EMBRY


Definitivamente el poeta tiene ese algo que enamora, y hace tiempo me topé con Eduardo Embry, pude leer y releer sus versos, que me hacen sonreir con pesar cada vez que poso mis ojos sobre ellos; uno es "Sueños del Poeta", lo transcribo y dice así:

Un día me puse  a soñar

que contestaba en forma errónea

las preguntas que normalmente

todos contestan a Dios,

y soñaba que tenía una silla

que tenía comida en abundancia,

pero no había qué comer,

que tenía una cama

pero dormía en el suelo,

que tenía mujer,

pero no tenía mujer alguna.

Que mataba sin escopeta

cinco pájaros volando,

y ninguno quedaba en la mano;

"este sitio está quemado"

-dije a mi mujer-: "nos iremos a vivir a otra parte",

bueno, lo dicho dicho está

como no tenía mujer, ni ropa qué llevar,

desnudo y solo me marché;

"¿y para dónde va usted?"

me paró el viento

"¿para dónde?" y cuando me quedaban

sólo algunos huesos, me hablan

las cenizas: "por lo menos

te queda el consuelo del ave fénix,

que del polvo vienes al polvo vas",

y finalmente habla el viento con el viento:

"ya no podrás escribir más:

se te ha volado la mano" 

ENXEINPLO DE LA VIRGEN Y EL HIJO LEJANO

Para que yo llegara por acá

la Virgen María

se quedó en mi casa

en todos estos años

me ha reemplazado en mi puesto de batalla.

Si mi madre necesitara

cambiar un bombillo

para que no sufriera mi ausencia

venía la Virgen María y se subía

en una silla

y el bombillo quemado cambiaba

por una luz más refulgente,

y cuando yo le mandaba cartas

por intervención de la virgen

yo mismo golpeaba a la puerta

"ha llegado la carta, señora,

dos pasos adelante y uno hacia atrás"

saltaba en una pata, de alegría saltaba de saber

que yo leía las cartas

que yo mismo mandaba a mi madre,

la Virgen María_que también

anda por estos lados_

pasa y me mira (y me sonríe

con la misma sonrisa celeste

con que mi madre me sonreía)



domingo, 28 de febrero de 2021

EL MANDADO O DELIVERY?

 

Mis dos nietas iban a entregar un casabe a una amiga mía, maestra igual que yo, la grande de diecisiete años va a acompañar a la pequeña que es la líder para todos esos menesteres; le voy a dar la bolsa con el casabe a la mayor y enseguida Vicki salta y me dice que no, que quien lo va llevar es ella, por supuesto Vicki toma la bolsa, se apropia de la bolsa con el casabe y salen a hacer su delivery. Es muy poco el espacio para llegar a donde la maestra Elvia, como dos cuadras aproximadamente; en el camino se cruzan con animalitos callejeros o escapados de sus casas, 


Vicki los vé y como lleva alimento en sus manos dice:_Este animalito, está muerto de hambre, toma, cómete un casabito. 

Dan diez pasos y pasa otro animalito, esta vez un gato: _¡Ay!, pero que lindo gatico, te quiéres comer un trozo de casabe, ¡SI!, yo sabía que tú querías comer casabe, toma, cómete un trozo de casabe, que tú estás muerto de hambre. 


La hermana mayor, viendo que está sacando pedazos de casabe de la bolsa ajena la regaña, pero Vicki hace caso omiso de sus palabras. _¡Ajá! No me regañes, que los animalitos están muertos de hambre y tienen que comer.

_Pero es que tú no puedes alimentar a los animales con el casabe que vas a entregar.

_¡Aja!, ¡A la maestra Elvia no le importa! ¡Además ella es mi abuela!

Siguen caminando y peleando por la bolsa de casabe, y le pasa por un lado un perrito pequeño, y como es normal brotó de su alma la escondida ternura, agarró el perrito, lo bailó, preguntó por su nombre, lo besó y ....... lo alimentó, porque.......... estaba muerto de hambre.

_¡Que me des la bolsa!

-¡Que no te la doy!

-¡Que me des la bolsaaaaa!

-¡Que nooo teee laaa dooooy!

Conclusión: Cuando llegaron a casa de Elvia lo que había era boronas en la bolsa, de un casabe que salió entero de mi casa, ique para vender: "El que se acuesta con muchacho amanece.............." según lo afirma un popular refrán nuestro.

_¡Fuiste tú!

_¡No! ¡Fuiste tú!