viernes, 12 de marzo de 2021

¡ESCUCHA!, ¿ESTÁS SORDA?

 


Ya para finalizar mi estadía en el programa Bibliotecas de Aula, en 1999, recibí una invitación de los colegas Profesores  María de Matute y Wistor Zerpa con el fin de realizar un cierre del año con la dramatización de mi monólogo "A mi manera" en la Biblioteca Pública Central Simón Rodríguez, motivo por el cual tomé una apuntadora que iba a estar detrás de bambalinas soplándome el parlamento que iba a ofrecer. Empieza la función y empiezo con el parlamento, tomando las pausas que debía tomar, pero con el agravante de que mi apuntadora y yo no habíamos ensayado, por lo cual ella ignoraba mis pausas. 
El monólogo empieza así:  estoy limpiándome la cara frente a un simulado espejo, cantando la bella canción de Frak Sinatra: "A mi manera" porque ese es el título del monólogo; (me empiezo a limpiar el cutis) y diciendo: Bien ¡Aquí estoy! Otra vez limpiando mi cara del sucio recogido en este día. Rumiando mis tristezas, con los ojos preñados de lágrimas, Mirando el ambiente circundante, sin mirar, arrepentida quizás de haber vivido, pesada el alma, con un peso silencioso que comprime y agobia más mi humanidad, y empiezo a escuchar muy seguido: (con un halo de vapor quemándome la piel, con un halo de vapor quemándome la piel, con un halo de vapor quemándome la piel, con un halo de vapor quemándome la piel); me lo repitió tantas veces que me provocó decirle: ¡Ya basta!, ¡ya te oí!, miré disimuladamente y ella me volvía a repetir lo mismo, pensando que yo no la escuchaba y creyendo que yo le estaba preguntando por el parlamento. Bueno pasó la media hora del trabajo de teatro hasta que finalizamos, el público nos aplaudió con mucho gusto y todo terminó bien, cumplimos con el cierre del Club de Lectura, ejecutados por la Comisión  para la Orientación de la Enseñanza  y Uso de la Lengua Materna (COEULM) y dirigido por la profesora Libertad Scott. Después nos reíamos a carcajada por la anécdota de la apuntadora.

Recibimos luego el agradecimiento de la profesora María y el profesor Wistor que dice así: 

"Con verdadera admiración y respeto, queremos hacer llegar hasta ti, nuestro sincero agradecimiento por la colaboración, el aporte y el interés demostrado hacia las actividades que realizamos y compartimos juntos en el ámbito regional y subregional durante este año. Es el momento de felicitarte por el exitoso trabajo, que a nuestro juicio, has venido desempeñando en tu subregión como coordinadora y ejecutora de los programas Lectura y Escritura para Docentes en Servicio y Bibliotecas de Aula, que ha proyectado la imagen de un profesional en busca de la Excelencia Educativa. Realmente es admirable la vehemencia y la pasión que gira alrededor de cada actividad por ti organizada y ejecutada. Además es asombrosa tu capacidad de dar, lo cual se ha evidenciado siempre por las actitudes que te caracterizan como persona. Gracias por cada momento compartido en estos cuatro años. Cariñosamente". 30-06-1999 

En estas Historias de mi Mundo, tienen ustedes un lugar especial; gracias a mis compañeras del Club de Lectura, donde disfrutamos de música, poesías, teatro, lecturas, películas, concursos varios y muchas cosas más para desempeñarnos positivamente frente al conglomerado magisterial. 

Gracias, gracias por el aprendizaje.


jueves, 11 de marzo de 2021

GRITANDO PASÉ POR AHÍ...HASTA QUE..

 Una amiga me invitó a su casa y yo encantada acepté, porque era en otro Estado y bueno arregle mis cosas y los de mi hija mayor y nos fuimos; llegamos al Nuevo Circo, en La Hoyada que es lugar de embarque para casi toda Venezuela, tomamos un carro de cinco puestos  y nos fuimos, aproximadamente 341 kilómetros, mas o menos,  mas de cuatro horas de viaje; según las indicaciones debía bajarme cerca de la Catedral y allí tomar un taxi que me llevaría hasta su casa.

Así lo hice, nos bajamos con esa pesada maleta, me dirigí hasta los dos taxis que estaban estacionados y le pregunté al primero de ellos si me podía llevar hasta la dirección que le indiqué, me respondió con un seco -_¡NO!, 

_Bueno, gracias


Me dirigí al segundo taxista y le hice la misma pregunta: _Me podría Ud. llevar hasta esta dirección?

Me respondió con un re-seco _¡NO!

_Bueno, Gracias.

Y se quedaron los dos recostados de sus respectivos carros.

No entendí la negativa, agarré mi muchacha, mi maleta y crucé la autopista, era aproximadamente las diez de la noche, noche silenciosa, desolada como las noches de cuarentena, no pasaba ningún vehículo, silencio absoluto. 

A lo lejos se vislumbra los faros de un carro, que alumbran el espacio donde estábamos paradas nosotras dos, contemplando la hermosa Catedral en toda su belleza, le extiendo mi brazo, se detiene y le hago la misma pregunta, me responde que sí, que es lejos, pero que él me va llevar. 


Se lo agradezco y abro la puerta, nos sentamos en la parte de atrás, con el cansancio del día y empieza el viaje, cuando digo viaje, es porque no se terminaba nunca,, es como si hubiera ido de Ocumare a Santa Teresa hubo un momento que dudé a dónde nos llevaba, pero deseché ese pensamiento de mi mente y de mi corazón. 

Salimos de la autopista, salimos de la calle y y entramos a una vía de tierra, siempre confiando en el chofer que era dueño de mi vida en esos momentos. El chofer me indicó de donde a donde era el nombre de la calle que tenía escrito, que ya habíamos llegado, que le indicara la vivienda a donde debía dejarme; la calle estaba a oscuras, todas las casas tenían las luces apagadas, no había un alma en ninguna esquina,, a quien se le pudiera hacer alguna pregunta.  El taxista subía y bajaba la calle, de arriba abajo  y nada que encontraba la casa, todo estaba muy oscuro, no podía leer ningún número, y me daba miedo bajarme amirar losnúmeros de las casa y dejar la niña en el carro. Hasta los faros estaban apagados y el señor me preguntó que qué iba a hacer, qué iba a resolver, lo único que se me ocurrió fue: _La llamaré, la voy a llamar, y empezamos a pegar gritos en cada casa a donde él se detenía: ¡Mary!, ¡Mary!, ¡Mary!, ¡Llegué de Ocumare!,;  junto con mi hija armamos una algarabía a esa hora de la noche, donde una comunidad tranquila dormía y descansaba su fatigado día de trabajo.  


Ninguna luz se encendía, hasta que al fin una de las casas encendió la luz de afuera y adentro otras luces brillaron como estrellas en el cielo de mi existencia, salió el gentío a recibirme, ¡que alegría!, ¡me salvé!, ¡que emoción!. ¡Gracias caballero!, ¡muchas gracias  por haberme traído!. ¡Gracias a la vida que me ha dado tanto!.




miércoles, 10 de marzo de 2021

LA OFRENDA DE NIÑOS VIVOS


 Esto que voy a contar, sucedió en el estado Mérida, y se refiere a cómo se formó la laguna de Urao, dicen los que cuentan que las Vírgenes de Motatán lloraron con mucha desesperación cuando veían cómo morían los bravos guerreros Timotes, ante el acoso de los conquistadores españoles; se dice también que como esas aguas estaban formadas por lágrimas tenían un sabor salobre, es de recordar que está ubicada en el sur de Mérida y debería ser de agua dulce. Cuentan los que saben que esta laguna tenía la magia de desplazarse por los aires, como lo hacen las nubes, cambiando de lugar a voluntad, fue en un tiempo al Páramo de Mucuchíes, luego se fue a los pies de las Cinco Águilas Blancas hasta llegar al suelo cálido de Lagunillas de Mérida.


Los indígenas que rodeaban la laguna de Urao querían saber cómo podían retenerla con el fin de disfrutarla y un brujo malvado que escuchó estos clamores les contestó: _Para lograr que la laguna de Urao no se marche de vuestros predios, deben entregarle, todos los años, un niño vivo, para que ella al devorarlo se mantenga muy quieta y en absoluta calma.


Esta receta fue cumplida por los indígenas, quienes cumplieron fielmente con ese ingrediente secreto para mantenerla quieta y tranquila, y cuando llegaron los misioneros, lograron, con grandes esfuerzos que cambiaran las ofrendas de niños por las de perros o gatos, cuyos esqueletos aún deben estar en el fondo de sus aguas; así entregaban a estos animales en un día llamado "El día de la Ofrenda"

El tiempo ha pasado, pero las ofrendas siguen, con un cambio total y es que los agricultores y campesinos de los alrededores le ofrendan flores, frutas, monedas, pensando que si ella se hace la dormida, está muy viva y en cualquier momento puede despertar y quién sabe con qué furia lo puede hacer. 


En cambio hay otros que alegan que dentro de sus entrañas vive una gran culebra que los puede aterrorizar. 


Algunos con complejo de culpa dicen que debajo hay un pueblo de niños, que convive dulcemente, aplacando a diario la cólera con la que ella se exhalta de vez en cuando. (Tomado y recreado de Leyendas y Tradiciones Venezolanas de A. P. Esclarín)


Hoy día es mucho lo que hay que hacer en las aguas de la laguna, su cuerpo se está desapareciendo, los indígenas le hacen ofrenda y reverencia.

 Ha habido quema en sus orillas, parece que a la gente no le importa sus aguas, pero necesita de más afluentes para tenerla viva y contenta. 

Con los problemas existentes las Fuerzas Armadas del país tuvieron que realizar un papel de trabajo para la apertura de calicatas, irrigación por derivación, limpieza de canales y poda de juncos que ha permitido recuperar el nivel freático en el lecho.

 Junto con las etnias quinaroes, quinanoques, mucumbú, orkas, casés y guazábara, así como la población en general que desea fervientemente su regeneración y que siga siendo Monumento Natural enunciado desde el 18 de junio de 1979. (Tomado de Notiandes). A continuación la escenificación de la laguna de Urao, realizada por Yojhan Vargas. Compañía Nacional de Teatro. 31 de enero de 2017. Plaza Las Heroínas. Mérida.

https://yojhanvargas.wordpress.com/2017/01/31/urao/



martes, 9 de marzo de 2021

¡AY! ¡MI TORTA!...


Los niños estaban pequeños, uno a año y medio, aún usaban pañal, pero la tremendura subía con el calor del termómetro, todo era risas y jolgorio, nos reíamos y divertíamos con cada ocurrencia que se suscitaba en esas mentes en crecimiento.

No habían botado los chupones y cuando escuchaban música en la radio, ya empezaban a dar pasos de baile, sobre todo Gabo que venía entrenado de su casa en Caracas, me imagino que por el  padre y estaba enseñando a Gabi. 

Pero llegó mi cumpleaños y me fue comprada una exquisita torta de chocolate, como de dos kilos, que repartimos entre nosotros y más de la mitad había quedado en la nevera para ir degustando sus sabores poco a poco.

Me recosté un rato y no había ruidos proveniente de niños alborotando, Andrea estaba en su computadora, volteo a la derecha y veo a dos criaturas con la nevera abierta, comiendo torta con las manos,

agarraban los pedazos con sus manitas, todo lo que podían y se lo llevaban a la boca, a cada bocado suspiraban y se saboreaban, con la lengua mocha tenían este diálogo y se empujaban para que a cada quien le tocara un pedazo de torta: _¡Ve tú!, 

_¡Ya!, ¡ahora me toca a mí!, 

-¡Anda, come!, 

_¡Yo voy ahora!. Así que, me devolví a mi cuarto, tomé mi celular, me coloqué a su lado, no me percibieron. Esto era lo más cómico del asunto, que yo estaba al lado de ellos fotografiándolos, cambiaba de lugar a cada rato, y los niños sólo entusiasmados con la torta, y hablando del turno de cada uno y a mi no me veían, en vista de que no se detenía su comilona, pegué un grito, que más que grito fue una carcajada: 

¡AJÁ! ¡LOS CACÉ!. 

En menos de lo que canta un gallo han salido corriendo para cualquier parte hasta que se encontraron los dos en la puerta  de salida al patio interno y les tomé la penúltima foto, porque después de ahí se fueron a sus habitaciones y se quedaron profundamente dormidos haciendo digestión de la torta que se desapareció por completo.


Fotos para el recuerdo.


lunes, 8 de marzo de 2021

QUE TRISTEZA SIENTO HOY

Monseñor Manuel Antonio Pacheco 
Rector de Santa Capilla de Caracas, hasta 1967
 Hoy siento tristeza por esas mujeres: La historia pudo haber empezado asi: Una familia de Isnotú, cuyo hijo quiso ser sacerdote, y todo el mundo se entusiasmó y celebró porque para las familias de esa época no había nada, absolutamente nada que agradara, que enorgulleciera más que un familiar con una orden sacerdotal y encargado de una iglesia, nada más y nada menos que la iglesia de San Mauricio, que luego la conoceríamos como Santa Capilla, en todo el centro de Caracas a una cuadra de la Catedral (Quizás no fue así) Se mudaron dos hermanas y una sobrina: La señorita Ana Josefa, la otra olvidé el nombre, pero creo que era algo como Elvia o Evelia, creo que era la mamá de mi madrina, sufría de depresión y cuando eso sucedía la llevaban a una casa de reposo para que pasara allí unas semanas y nosotras la íbamos a visitar; y la señorita Frandina, que al final me llevó a confirmar porque mi mamá me dijo que se lo sugiriera y ella aceptó con una sonrisota, era la persona más especial de ese hogar. Yo conversaba mucho con la señorita Ana J., le recitaba versos, que componía, le cantaba canciones y ella se divertía en su soledad conmigo. Mi madrina era muy alta, distinguida, tenía una conversación muy inteligente con las personas que la visitaban, uno que recuerdo era un caballero David Senior, que  según se supo murió en un accidente automovilístico después de comprar y manejar un carro antiguo; recuerdo la nota luctuosa en el periódico y la sensación de pesar, quizás pensaba que eran novios y se le había muerto; yo veía a mi madrina como especial porque hablaba en inglés con algunas personas que la visitaban, tenía don de gente, andaba entaconada todo el día y sólo usaba vestidos y se veía muy preparada, era la que resolvía todos los menesteres de la casa parroquial, atendía a su tío el Monseñor y creo que era la que escribía y redactaba en la oficina; tenía nariz aguileña y el pelo corto, se cambiaba de ropa todos los días, porque mi abuela le lavaba todos los días. Bueno, cuando sucedió el terremoto de 1967, la Santa Capilla quedó muy deteriorada y tuvieron que mudarse para la avenida Panteón, cerca de una esquina, cuando fuí a visitarlas (1972-73), luego de graduada y trabajando, casada y con una bebé sólo pude hablar con la señorita Ana J., la casa era chiquitica a diferencia de la casa parroquial, me contaba mi abuela que un matrimonio portugués las atendía y era muy celoso con ellas, no las dejaba comunicarse, luego supe que se habían ido a Italia, me imagino para estar cerca del Papa y del Vaticano, y estas personas se habían quedado con la casita y sus bienes. Hoy la madurez me dice que sus vidas también se ordenaron a ese convento que era la iglesia, junto con Monseñor Manuel Antonio, se dedicaron a rezar nada más, no tenían salidas y cuando lo hacían era en un vehículo cuadradito pequeño, no sé si era volvo, que yo leía, que era usado para resolver problemas administrativos. Por supuesto que la mamá de mi madrina se sentía presa y le daba por deprimirse, es lógico, eran unas mujeres jóvenes, muy dignas, que guardaban la compostura constantemente, no se escuchaban histerismos, ni risas locas, ni gritos, todo era conversaciones sanas, respetuosas, y trascendentes, no había radio, canciones, ni cantaderas (la única que cantaba era yo) lo único era la televisión a la hora de almorzar y luego la apagaban, después se iban a descansar y nosotras las dos niñas nos sentábamos frente al televisor a ver películas mexicanas. Me da tristeza pensar en que se fueron a un país extraño, idioma diferente, solas, tres ancianas, porque ya Monseñor había fallecido, sin que nadie estuviera pendiente de ellas, y nosotras que éramos lo que tenían más cerca no nos ocupamos de ellas y las olvidamos sin pensamientos amorosos para esos seres que nos habían consentido tanto. Que tristeza siento hoy día por ellas. La inconsciencia es la que nos hace cometer errores. 

              Monseñor y su hermana Ana Josefa Pacheco


 Nadie es eterno en el mundo

domingo, 7 de marzo de 2021

MAS PELIGROSO QUE...


 A mi los monos me gusta verlos detrás de una pantalla, o de un vidrio, pero de cerca jamás. Recuerdo un episodio que nos pasó en Santa Capilla de Caracas; la verdad no sé qué edad tenía, si sería 16 o menos de esa edad; mi abuela trabajó en la casa parroquial de Santa Capilla desde 1919, cuando llegaron a Caracas procedentes de Palo Negro o Turmero en el estado Aragua hasta 1967 que el terremoto la mandó a su casa, nada más y nada menos que cuarentiocho años, si mal no recuerdo de lo que oía hablar. Ella ahí tenía una habitación en la parte superior, enfrente estaba el lavandero y la plancha, cerca de ella estaba Rosalía la cocinera, que todos decían guardaba su sueldo en las medias y por eso tenía las piernas bien gordas, ya que no tenía familiares y no contactaba con nadie, ni gastaba absolutamente en nada, mi abuela ganaba 40,00 bolívares mensuales.

En cambio Justina Barreto mi abuela si que tenía familia, una prima y yo nos la pasábamos constantemente con ella, allí las hermanas Pacheco nos hablaban en inglés, para amanecer, servirnos, atardecer, anochecer, despedirnos, entrar y muchos otros etcéteras; a mi me ponían a cantar, bailar, yo era el  mono que las divertía; nosotras servíamos  y recogíamos la mesa, hacíamos los floreros de los altares, mi abuela en la noche limpiaba donde se ponían las velas, también limpiábamos los candelabros; en una ocasión estábamos pasando una tarde muy tranquilas conversando, cuando observamos que en el edificio de enfrente, entre cables y antenas venía bajando un mono, me imagino que entusiasmado por la algarabía que hacíamos con nuestra conversación, venía con una hojilla en las manos, lo que nos aterrorizó grandemente; no sé quién le dió un huevo para que se lo comiera y se fuera, o para agradarlo, lo cierto fue que el huevo nos lo devolvió, vino a caer a nuestras paredes y salimos todas pegando gritos y nos encerramos en una habitación todas asustadas porque el mono se negaba a irse atacándonos con todo lo que podía agarrar.

Este asunto se resolvió cuando alguien llamó a los maravillosos bomberos que se aparecieron en este segundo piso convenciendo al mono de que se fuera con ellos, no sé con qué artilugios, logrando así que la paz volviera a reinar en la casa parroquial de Santa Capilla, sección lavandería. Desde ese día menos me gustan, les tengo miedo por lo silvestres. 



viernes, 5 de marzo de 2021

FILOSOFÍA AFRICANA

 


Ahora es tu nombre

 

lo que hay que 

 

conservar

 

porque se viene 

 

al mundo

 

para hacerse

 

con un nombre

 

si naces

 

creces y mueres

 

sin tener nombre

 

has venido

 

para nada

 

has partido

 

para nada

¡Las viejas palabras intercambiadas, olvídalas!