lunes, 28 de diciembre de 2020

CONSPIRACIÓN

Los seres humanos debemos estar muy pendientes cuando deseamos o queremos algo, o lo necesitamos con la mente, con el corazón o simplemente por vanidad y/u ostentación. Según el poder de ese deseo, según la energía silenciosa con que lo impulsemos, se verá, lo podremos traer a nuestro mundo. Es como si estuviera en un mundo aparte, lleno de las cosas que se pueden hacer visibles, nada más  esperando que lo saquemos de ahí para hacernos felices. Recuerdo siempre a Cony Méndez, cuando relata sobre una oportunidad en la cual se encontraba en Nueva York, sin un centavo, lo deseó no recuerdo con qué palabras, pero yo diría que sería "Dios proveerá", y agradeciendo antes de recibir con "Gracias Padre que ya me oíste", con tranquilidad, calma y certeza de que su petición está en camino, cuando justo en ese momento, por el aire venía un billete hacia ella, que lo tomó con sus manos temblorosas, agradeciendo a su Dios, al infinito, al universo por aquella bendición que estaba recibiendo. 

Recibimos mucho, si habláramos menos o nos quejáramos menos, recibiríamos más; el universo solito conspiraría más para complacernos.

Una de esas conspiraciones que el universo hizo en nuestro hogar, fue darnos una excelente mesa navideña, asentada en la armonía, para seis personas, con hallacas, tequeños, refresco, golfiado, torta, ensalada de pollo, pernil, choguí y licor para los amantes de sus efluvios.








Cuando no logramos nuestros deseos es porque nos falta empeño, decisión, y SILENCIO.
Silencio, por qué, porque cada vez que nos referimos a nuestros deseos y lo conversamos con uno y otro personaje, estamos dejando nuestra energía en el corazón de alguien que no conocemos, aunque creamos que sí..
Así que ésta es una escuela, dura, pero es lo que nos tocó, y hay que aprender a fuerza de recibir reglazos en las manos, o que nos arrodillen sobre granos de maíz y con un bloque de arcilla en cada mano.


PIRITA MAGNÉTICA


     Yo comencé a coleccionar piedras, desde que una alumna de sexto grado, cubana, de quince años, me comentó sobre su obtención, y entregó un cuarzo cristal, en la escuela San José, kilómetro 13 de El Junquito; año 1968-69 (Después contaré esa historia) desde allí se me creó e incentivó día a día el amor por las piedras, por lo que la historia que traigo hoy es acerca de la pirita magnética, pues visitando el mercado de El Cementerio, en Caracas, preguntaba por el nombre de cada piedra que admiraba, una de ellas fue unos zarcillos en plata con una piedra metalizada, que el vendedor me dijo se llamaba Pirita magnética pero le decían la "piedra del matrimonio", por supuesto, intrigada, la compré, pues quería ver las consecuencias de llevarla, y compré varias sueltas para regalo.

Una de las piedras se la obsequié a alguien muy cercano, con una afección de salud, muy introvertida y amparada por sus padres, lo que era de mucha felicidad para mí, verla acompañada por alguien que la quisiera o la apreciara, que le renovara las ganas de vivir. Pues así fue, de pronto, me llaman para invitarme a la boda. Fue maravilloso tener o sentir esa sensación de haber colaborado por medio de la fe a algo que quizás estaba cubierto por kilos de incertidumbre de vivir. Hasta estos momentos viven juntos y con hijos.
Después de eso, un familiar de esa joven, me preguntó: _Còmo lo hiciste?. _¡Nada!, ¡yo no hice nada!, ¿tú quieres una pirita?:_¡SI! _Está bien, te la traigo la próxima vez que te visite. 
Y elucubrando, si, porque ella no se explicaba, que con ese charm que se gastaba, ese cabello largo, dorado, esa expresión y vocabulario atinado en todo, no tuviera a su lado a alguien que la amara, o igual, que no estuviese sola, y me pidió ese empujoncito basado en la fe.
Pasó el tiempo, me olvidé del asunto y un buen día visité esa casa tan apreciada para mí, y pregunté por la chica, recibí casi un susto que me sentó, cuando me dijo su tía que se había casado con un buen fulano y se había mudado a USA, (No estaba tan perdido ese país como ahora) y que no le había dado tiempo de despedirse, ni de nada. También, actualmente viven juntos y con descendencia. Bueno, mi fe o mi palabra, ayudó a otros a resolver lo que estaba estancado.

Después seguí utilizándola hasta que lo olvidé con otras de mis creaciones mentales, que a cada instante se me agolpan en el pensamiento y en el corazón.
Le doy vivas a la pirita magnética que pudo reconducir el magnetismo entre dos personas y conservarlo.


domingo, 27 de diciembre de 2020

EL DÍA QUE COMÍ BABA


 Trabajando en Barlovento, por el año 1969 aproximadamente, se me pierde una niña de sexto grado, que no quería ir a la escuelita, pensé que estaba enferma, pero los compañeros no me daban noticias de ella, hasta que decidì llegar a su vivienda, la cual quedaba cerca dentro de la misma comunidad donde yo trabajaba.


Así que lleguè hasta su casa, observando mutismo en los habitantes deL hogar, preguntè por Mariángeles y no logré verla, y la mamá me contestó: _Maestra...lo que pasa es que ella quiere ponerse la ropa de salir al pueblo, para ir a la escuela, y yo no la dejo, entonces decide no ir, me dice que si la maestra va bonita a dar clase ella también debe ir bonita y con ropa de salir.

Aquello me dejò preocupada, no supe qué decir, me fuí a la casa donde yo vivía con una determinación,ponerle fin a esta situación donde una alumnita quiere imitar distorsionadamente a su maestra; aunque , claro también tiene su lado positivo, como es el hecho de captar la vestimenta que yo me ponía, para su uso particular.


Un error que cometí, no premeditado al llegar a una población de gente humilde y ostentar tacones, ropa nueva, collares, sortijas, pulseras para moverme en la misma comunidad; un error de joven ya que para ese tiempo tenía 23 años, vivía en Caracas, era mi primer año de trabajo y la mitad de lo que ganaba se iba en cosméticos personales.


Al día siguiente me vestí con ropa de estar en la casa y con zapatos bajos me fuí a trabajar; Mariángeles asistió ese día a la escuela, me observó muy bien la ropa que llevaba y en la tarde, tocó la puerta de la casa, abrí, y observé que tenía en las manos un envase verde con algo adentro, me lo entregó diciendo:_Tome maestra, coma, y después que coma, yo le digo qué es. En ese momento, tragué en seco, porque yo no estaba acostumbrada a excesos, ni extravagancias  alimenticias, y sentí miedo de comer cosa raras.


En el envase había plátano verde sancochado y una carne esmechada, que no tenía ni idea de lo que era; me senté y me dispuse a comer, encomendándome a Dios de que no fuera culebra, renacuajo,zamuro, rata, mono, ¡¡qué sé yo!!, cuántas carnes raras me pasaron por la mente, y la niña se sentó frente a mi con una sonrisa pícara de mirar mi cara cargada de incertidumbre.


Probé... y mmmmm, sabe bien mmmmm, bien bien, me gusta... me comí todo el contenido de la vianda, le dí las gracias y le hice la pregunta:_Qué es?, ¡por favor!, qué es?_!Maestra, eso es baba¡_Y qué es baba?_!Pues un caimán pequeño¡ ¿Ahhh!?????. Me daba igual lo que había comido, total no lo conocía en mi ignorancia supina, y con esto, me agradeció la niña el haber visitado su casa, o haberla tomado en cuenta frente a sus compañeros de clase y comunidad, y yo comí por miedo a que se sintiera despreciada.


Después que leí y me enteré de lo que  realmente era, dije ¡GUÁCALA!, aunque no sentí asco en ese momento, ahorita escribiendo y observando estas fotos me produce mucha insalivación. 



sábado, 26 de diciembre de 2020

¡GUÁCALA! COMÍ GATO


 Trabajé en Los Teques, hacia el año 1971, donde se exhibía un restorán por los lados de la autopista, que continuamente estaba lleno de muchos clientes ya que se servía un exquisito  arroz muy bien condimentado, como nos gusta a nosotros los venezolanos, a pesar de un comentario que escuché a una joven china, cuando se le preguntó sobre el arroz chino, contestó, que el que ellos comían era blanco, pero que lo hacían bien condimentado, porque  así le gustaba a sus clientes venezolanos, constatando con esto que el arroz chino, nació fue en Venezuela y es por lo tanto venezolano.

Bueno, no queriendo desviar el título de la historia, continúo:  


...Así que adorando la comida bien condimentada, me hice fans de este restorán y degustaba regularmente, sola o acompañada la exquisita comida china. Estacionaba mi volswagen  a un lado del local y nos quedábamos charlando y comiendo sabrocitos taquitos de carne. Pero, me trasladaron a Ocumare y ya no se me hacía factible llegar hasta allá para este tipo de comida, sin embargo un día me dispuse y me fuí con una amiga, enumerándole las delicias que se podía pedir en el establecimiento.

Llegamos, estacionamos y observamos que el lugar estaba descuidado, había basura y preguntamos a una persona que hacía de vigilante, sobre lo que estaba pasando, y por qué el lugar estaba cerrado. El hombre, ni corto ni perezoso, me contestó:_ Está así, porque el Ministerio de Sanidad lo cerró, ya que fue denunciado por la comunidad de que había un cementerio de gatos en el patio, cerca de la cocina. ¡Guácala!....¡Guácala!, hasta ganas de vomitar me dio; me fuí al carro, me senté a controlar mi convulsionado estómago... y bueno aquí estoy con mis recuerdos, tratando de controlar mi convulsionado estómago... y cada vez que he comido en la calle, viene a mi mente "del día en que comí gato sumida en la ignorancia total"

Que conste que no critico, cada quien come lo que quiera, lo que le guste, lo que apetezca, lo que su cultura y tradiciones le haya inculcado, pero ese plato no es de todas las culturas, por lo tanto si lo va a cocinar en algún otro país, debe ofrecer y explicar en qué consiste la vianda, o sencillamente estudiar las costumbres del país asilo, y por muy rico que le parezca a él , ignora si al "otro" le va gustar, cuando lo primero que pensamos es "pobrecito el animalito".

Y haciendo historia, en algún lugar escuché que en China, en tiempos de guerra, había que comer lo que cazaran, porque estaban escondidos en cuevas y se acostumbraron a comer cualquier cosa.  Así que, amigos, esperemos que la guerra, la destrucción de la cosecha,  enfermedades, plagas, terremotos, volcanes, granizo, nieve e inundaciones, o sanciones nos lleve a comer, aún con los ojos cerrados, lo que criticamos hoy de los chinos, porque todo puede suceder, "La arepa en el fogón una vez por un lado y otra vez por el otro", como consecuencia de la deshumanización de la humanidad, que nada, ni nadie le importa un comino, mientras..... tenga...... billete.


viernes, 25 de diciembre de 2020

MURACHÍ Y SU PRINCESA


 El cacique Murachí de la tribu de los caribe, mocotíes que habitaban un sitio escondido entre las montañas, llamado Murrupuy, defendió a su pueblo de los ataques españoles, pero se vio obligado a desplazarse a otras  regiones, después de poner a salvo a su esposa la princesa Tibisay, ya que siguió enfrentándose a los españoles hasta morir en batalla (Esta es la versión recopilada de Almanaque Mundial) 

La siguiente versión es la del estado Mérida, Dirección de Cultura: 

Murachí era ágil y valeroso, más que todos los indios de la tribu, su brazo era el más fuerte, su flecha la más certera y su plumaje el más vistoso, por lo que cuando les tocaba el caracol en lo alto del cerro, sus compañeros empuñaban las armas y le seguían, dando gritos salvajes seguros de la victoria. Murachi era el primer caudillo de las Sierras Nevadas,  Tibisay su amada, era esbelta como la flexible caña  del maíz, era de color trigueño, ojos grandes melancólicos, de abundante cabello, por eso eran para ella los mejores lienzos del Murripuy, el oro más fino de Aricagua y el plumaje del ave más rara de la montaña; ella había aprendido, mejor que sus compañeras los cantos guerreros y las alabanzas del Ches, por ello en los convites y danzas dejaba oir su voz, ora dulce y cadenciosa, ora arrebatada y vehemente, exaltada por la pasión salvaje. "Huye, huye 


Tibisay nosotros vamos a combatir; los terribles hijos de Zuhe han aparecido ya, sobre aquellos animales espantosos, más ligeros que la flecha: mañana será  invadido nuestro suelo y arrasadas nuestras siembras. ¡¡Huye!!, ¡¡Huye!! Tibisay nosotros vamos a combatir; pero antes  ven mi amada y danza al son de los instrumentos, reanima nuestro valor con la melodía de tus cantos y el recuerdo de nuestras hazañas". La danza empezó en un claro bosque, triste y monótona, como una fiesta de despedida, a la hora en que el sol, enrojecido en el ocaso, esparcía por las verdes cumbres sus ùltimos reflejos. Pronto brillaron las hogueras en el cìrculo del campamento y empezaron a despertar, con las libaciones del fermentado maìz, los corazones abatidos y los ìmpetus salvajes. Por todo el bosque resonaban ya los gritos y algazara, cuando cesó de pronto el ruido y enmudecieron todos los labios, Tibisay apareciò en medio del círculo, hermosa a la luz fantástica de las hogueras, recogida la manta sobre el brazo, con la mirada dulce y expresiva, el continente altivo, lanzó tres gritos graves y prolongados, que acompañó con el sonido el fotuto sagrado y luego extasió a los indios con la magia de su voz. 


Este es el canto de los guerreros de Mucujún". "Corre veloz el viento; corre veloz el agua; corre veloz la piedra que cae de la montaña" "Corred guerreros; volad en contra del enemigo; corred veloces como el viento, como el agua, como la piedra que cae de la montaña".

"Fuerte es el árbol que resiste al viento; fuerte es la roca que resiste al río, fuerte es la nieve de nuestros páramos que resiste al sol".

"Pelead guerreros, pelead, valientes, mostraos fuertes, como los árboles, como las rocas, como las nieves de la montaña".

"Este es el canto de los guerreros del Mucujún".  

 Un grito unánime de bélico entusiasmo respondiò a los bellos cantos de Tibisay, concluida la danza, Murachì acompañò a Tibisay por entre por entre la arboleda sombría, no había ya más luminarias que las estrellas titilantes en el cielo y las irradiaciones intermitentes del lejano Catatumbo.

 Ambos caminaban en silencio con el dolor de la despedida en la mitad del alba y temeroso de pronunciar la postrera palabra:¡ADIOS! 

Hay un punto en que los ríos Milla y Albarregas corren muy juntos casi en su origen. Los carros ofrecen allì dos aberturas, a corta distancia una de otra, por donde los dos ríos se precipitan, siguiendo cañadas distintas para juntarse de nuevo y confundirse en uno sólo, frente a los pintorescos campos de Liria, besando ya las plantas de la ciudad florecida, la histórica Mérida. En aquel punto solitario encubierto por los estribos de la serranía que casi lo rodean en anfiteatro, Murachí tenìa su choza y su labranza         -¡Tibisay!", dijo a su amada el guerrero altivo, _"Nuestras bodas serán mi premio si vuelvo triunfante, pero si me matan, huye Tibisay, ocúltate en el monte, que no fije en ti sus miradas el extranjero, porque serías su esclava".


El viento frío de la madrugada llevó muy lejos a los oídos de Murachí los tristes lamentos de la infortunada india, a quien dejaba en aquel apartado sitio, dueña ya de su choza y su labranza, cuando la primera luz del alba coloreó el horizonte, por encima de los diamantinos picachos de la Sierra Nevada, resonó grave y monótono el caracol salvaje por el fondo de los barrancos que sirven de foso profundo a la altiplanicie de Mérida, los indios, organizados en escuadrones, estaban apercibidos para el combate.

Pronto se divisó a lo lejos un bulto uniforme que avanzaba por la planicie, el cual fue entendiéndose y tomando formas tan extraordinarias a los ojos de los indios que el pánico paralizó sus movimientos por algunos instantes, pero a la voz del caudillo, la turba se precipita, como desbordado torrente prorrumpiendo en gritos horribles y llenando el aire con sus emponzoñadas flechas; 



Murachí iba a la cabeza, blandiendo en alto la terrible macana y transfigurado el rostro por el furor, cuando una súbita detonación detiene a los indios, palidecen todos llenos de espanto, se estrechan unos contra otros, dando alaridos de impotencia, y bien pronto se dispersan, buscando salvación en el borde de los barrancos, por donde desaparecen en tropel.


Sólo Murachí rompe su macana en la armadura del que fuera conquistador, sólo el bravo Murachí ve de cerca aquellos animales espantosos que ayudaban a sus enemigos en la batalla, pero también sólo él ha quedado tendido en el campo, muerto bajo el casco de los caballos.

El clarín castellano tocó victoria y la tierra toda quedo bajo el dominio del Rey de España; cerca de las márgenes del apacible Milla, en aquel sitio apartado y triste, abrióse un hoyo al pie de la peña para sepultar a Murachí, con sus armas, sus alhajas y las ramas olorosas que Tibisay cortó en el bosque para la tumba de su amado.


Tibisay vivió desde entonces sola con su dolor y sus recuerdos en aquella choza querida, sus cantos fueron de ahora en adelante, tristes como los de una alondra herida. Los indios la admiraban con cierto sentimiento de religioso cariño y la colmaban de presentes, era para ellos un símbolo de su antigua libertad y al mismo tiempo un oráculo que consultaban sigilosos. Ya los españoles señoreaban la tierra y gobernaban a los indios, sólo Tibisay vivía libre en la garganta de aquellos montes o entre las selvas de sus contornos, pero era un misterio su vida, algo como un mito de los aborígenes, que atraía a los españoles con el fantástico poder de las ficciones poéticas. Ningún conquistador había logrado verla todavía, sin embargo, nadie ponía en duda su existencia, decíanle los indios que era una princesa muy hermosa, viuda de un guerrero afamado, a quien había prometido vivir escondida en los montes mientras hubiese extranjeros en sus nativas sierras.


Era un encanto la voz de la fugitiva, que los cazadores oían de vez en cuando por aquellos agrestes sitios, como el eco de una música triste que hería en la mitad del alma y hacia saltar las lagrimas. En sus labios el dialecto muisca, su lengua nativa, sonaba dulce y melodioso y no era menester entenderlo para sentirse conmovido el corazón.



Fuente: Revista El Cojo Ilustrado, No. 148, Caracas, 15 de febrero de 1898 / Biblioteca Popular Turismo Andino, Tomo 5.

lunes, 21 de diciembre de 2020

HALLACAS 2020


 Hoy es veintiuno de diciembre del 2o2o, el año donde realmente el mundo ha cambiado de una forma terrible, pensemos que todo será a nuestro provecho, para acumular experiencias, para aprender de todos los fracasos, mejor dicho una clase que hemos recibido, sentaditos en un salón, sólo mirando los acontecimientos y sintiendo en el aire, en el piso, en el cuerpo los embates del 2020, que no ha perdonado ningún flanco: asesinato selectivo de personajes influyentes, inundaciones, incendios de grandes vegetaciones, huracanes, terremotos, tifones, tormentas de nieve, lluvia de hielo, plaga de langostas, de ranas, caida del precio del crudo, inicios y/o continuación de guerras, invasiones, acusaciones de las grandes potencias para desmejorar la convivencia, ha sido el año de los pantalones andrajosos; de los precios más altos de la historia, como muestra una torta de casabe vale 80 y 90 mil bolívares, 

Continuando con los hechos dramáticos de este 2020, explosión en Beirut, América del Centro está viviendo sus días más aciagos con las inundaciones,, vivir a la intemperie, pasar frío, hambre y desolación,; aparición de un avispón asesino de abejas, masacre y asesinato de líderes sociales, más restricciones y multa para algunos países del mundo por no seguir líneas emitidas por el Poder Mundial, expulsión  y toma por los pueblos de sus gobiernos en Suramérica, elecciones conflictivas en el mundo, plebiscitos y protestas mundiales por una u otra causa; unos porque quieren cuarentena, otros porque no quieren cuarentena, unos porque quieren más salud en sus hospitales, otros porque porque lo tienen y no les importa, países donde no se usa el tapaboca o barbijo aún con la epidemia en los talones, porque el corona virus se ha adueñado de gran parte de la humanidad y no los quiere soltar, tanto es así que muchos ancianatos están colapsados con sus contagios y fallecidos y en este momento hay otra variante en Europa que es peor en un 70%.

Así que con todo este panorama, en Venezuela, miramos como espectadores todo lo que pasa y decidimos ayer elaborar unas hallacas de acuerdo con nuestras posibilidades y gracias a un regalo entregado por una amiga de  mi hija para que pudiéramos celebrar la navidad juntos como  familia. y a quien le agradecemos infinitamente su altruismo.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

ATROPELLADA

                            


Cuando pensamos que carecemos de comunicación con los animales, debe ser que hay algo que no comprendemos o no sabemos explicar su comportamiento, pero ellos son seres que probablemente también tratan de comunicarse con nosotros, aunque seamos nosotros quienes no comprendemos lo que nos quieran decir.

Recuerdo con asombro, la historia del niño que se crió con los lobos, en España, cuando él contaba que un día tenia indigestión o envenenamiento y la serpiente amiga que lo acompañaba lo guió hasta una matica y le señaló con la cabeza para que la utilizara en su curación, cuando yo creía que las serpientes eran animales totalmente silvestres incapaces de comunicarse con los humanos, ésto me demostró la falsedad de mis creencias.

Otro ejemplo que me dejó de una pieza fue cuando a una amiga se le murió el esposo, ella llegó del entierro y se acostó en la cama con la cabeza boca abajo, a la orilla, y la perrita llegó, se paró en dos patas y le pasaba repetidamente la pata por el pelo, como consolándola por la pérdida que había tenido; lo cual me da a entender que hay sentimientos altruistas, compasivos en la mente de los animales, sobre todo de los perros.

Y como tercer ejemplo tengo, la historia de una vaca, una hermosa vaca blanca, sonrosada, de ojos vivos, inteligente,  atropellada en la carretera de Súcuta-El Peñón, en la mañana; ella se encontraba tirada en la cuneta, detenida quizás por el dolor de sus miembros que no le permitía pararse y caminar.

Nosotras pasamos, Isabel detuvo el vehículo y yo le hablé a la vaca: __Pobrecita, qué te pasó, vale? quédate tranquila que ya te van a venir a buscar. Acto seguido, la vaca sacó una de sus patas y me la mostró. Yo empecé a decirle y preguntarle si esa había sido la pata que le dolía, y ella me contestaba con sus gemidos y como si señalara la pata.

Así seguimos hacia la escuela con el corazón adolorido y con esa sensación de que un animal silvestre que no había contactado nunca me había entendido una sincera pregunta.